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Viaje al mundo literario narrativo y poético de este escritor a través de toda su obra.



sábado, 13 de julio de 2013

MEMORIA COLECTIVA II



     Retomando a M. Halbwachs[1] en su artículo La memoria colectiva y el tiempo, si las condiciones sociales rigen el funcionamiento de la memoria individual y grupal estableciendo el carácter social de cualquier recuerdo, no dejaremos pasar por alto la particular relación entre el recuerdo y el olvido que tiene lugar en la autobiografía de Crespo. M. Halbwachs en 1925 realizó el primer estudio sociológico que trata la cuestión de la construcción social de la memoria colectiva. Allí rompe con la perspectiva filosófica de Platón y Bergson con relación a la memoria, en la cual para Platón el pasado es estable y el presente cambiante y, para Bergson el pasado y el presente se yuxtaponen en un conjunto de presentes–pasados; para M. Halbwachs, el pasado debe ser considerado como reconstrucción colectiva en el presente, donde la memoria es entendida como el pasado vivido y revivido, plural y múltiple en la historia. Con relación a esto, Crespo se muestra lleno de reflexiones sobre Ciénaga, de silencios reactualizados de su pasado inmediato en su presente que nos develan una cuestión fundamental, se trata de nuestra propia actualidad cultural y política, la actualidad y posibilidad del pensamiento crítico. Las ruinas de ese pasado, en ese lugar de Colombia, donde se mitifican las imágenes de la humanización, deberían ser partes, pedazos de historia, que mejorasen la memoria nacional en el presente. El tiempo y el espacio permiten la reconstrucción del pasado a partir de la significación del pasado reconstruido por el presente; ese pasado actualmente consumido, necesita ser desentrañado para que su horizonte íntimo desvele el propio presente. Pero inmediatamente esa reflexión, ese ejercicio de la memoria nos sitúa en nuestra propia subjetividad reflexiva. Se trata de la falta de palabras en la memoria, palabras de la “no memoria”, que no nombran porque la memoria ya no está más en las palabras, palabras que han sido desmembradas por la violencia del pasado. La no memoria de una narración de palabras que no puede y no quiere ser retenida. M. Halbwachs nos advierte en este sentido, acerca de la importancia de los valores e intereses que influyen sobre el recuerdo. Lo que nos interesa remarcar en este sentido es que lo que está puesto en cuestión es la propia identidad de la sociedad ya que cuando el grupo no se interesa más por la memoria pierde su propia identidad. De esta manera, la memoria requiere ser transformada a la par que el grupo que la forma. Este planteamiento sitúa la problemática desarrollada con relación al vínculo entre la identificación de la memoria colectiva y la identidad colectiva del grupo. Si como plantea M. Halbwachs, la memoria es una reconstitución parcial y selectiva del pasado, cuyos puntos de referencia están dados por la sociedad actual, podemos preguntarnos acerca de los mecanismos que ayudan a dar importancia a ese proceso de selectividad de recuerdos que nos trae Crespo.

jueves, 11 de julio de 2013

MEMORIA COLECTIVA I

     Con relación a la memoria colectiva, P. Ricoeur expone que el hecho más importante consiste en que uno no recuerda solo, sino con la ayuda de los recuerdos de otro. Retoma a Maurice Halbwachs quien dice que cada memoria individual está involucrada en un punto de vista de la memoria colectiva sin que eso implique que por la existencia de un sujeto de la memoria colectiva se anule el carácter propio de los recuerdos. Por lo que concluye que: “la memoria colectiva sólo consiste en el conjunto de las huellas dejadas por los acontecimientos que han afectado al curso de la historia de los grupos implicados que tienen la capacidad de poner en escena esos recuerdos comunes con motivo de las fiestas, los ritos y las celebraciones públicas” (Ricoeur, 1999:19). Un sujeto que posee una serie de recuerdos puede aplicar analógicamente el carácter propio de estos a la idea de una posesión de los recuerdos colectivos. Pero cuestiona, entonces, nuestra relación con el relato, pues dice que nos cuentan historias antes de que seamos capaces de apropiarnos de la capacidad de contar, por lo cual habría que replantear la primacía de la memoria individual sobre la colectiva debido a la relación existente entre la memoria y la conciencia. Sobre este aspecto, P. Ricoeur introduce algunas de las ideas desarrolladas por Reinhart Koselleck con respecto a las nociones de “conciencia histórica” y “tiempo histórico”. R. Koselleck, hace referencia al “espacio de experiencia” y al “horizonte de espera”, en donde el espacio de experiencia consiste en “el conjunto de herencias del pasado cuyas huellas sedimentadas constituyen en cierto modo el suelo en el que descansan los deseos, los miedos, las previsiones, los proyectos y, en resumen, todas las anticipaciones que nos proyectan hacia el futuro” y el horizonte de espera, todo lo que se espera. (Ricoeur, 22). De ahí, que sólo hay “espacio de experiencia” cuando éste se opone a un “horizonte de espera”, pues recíprocamente éste es irreductible a aquél. La dinámica que ambos generan asegura la dinámica de la conciencia histórica ya que su intercambio se lleva a cabo en el presente vivo de una cultura.

RICOEUR, Paúl. (1999). La lectura del tiempo pasado: Memoria y Olvido. Madrid: Universidad Autónoma de Madrid.