Con relación al pasado y
a la dialéctica temporal, Ricoeur (1999) nos dice que el pasado desemboca en una
situación irresoluble, ya que “por un lado, persiste el deseo de fidelidad de la
memoria, y, por otro, se impone la falta de fiabilidad de ésta. Desgraciadamente,
sólo gozamos de la memoria a la hora de saber si algo sucedió realmente con
anterioridad.” (p.84). Ricoeur retoma en este apartado la idea de aplicar al futuro la polisemia entre lo propio, lo
próximo y lo lejano emparejado con pasado-presente-futuro. Una relación que
encaja muy bien en los escritos de Crespo:
Y no podemos
siquiera reflejarnos en el agua de los amaneceres o de los tardos años porque
nosotros mismos somos tiempo que fluye tiempo abajo y no hay ni puede haber un
punto inmóvil en la orilla (no hay siquiera una orilla) desde donde mirar el
río que pasa. Sólo nos queda la palabra para conjurar la sigilosa presencia de
las horas y llegar a esa playa de lo que pudo haber sido, a ese esplendor, a
esa utopía donde nosotros, los que vivimos a medio morir, los incurables, los
carcomidos por dentro, encontraríamos la orilla del destino, los finales
felices, el bosque de los sueños en donde el oso halla panales, el venado
remansos y el duende girasoles. Y, sin embargo, en esas noches de arena en que
la sombra de este mundo pasa por los almendros y nos hace sentir que nuestros
años no fueron sino un día y pensar que el mañana no ha de durar más que el
pasado,[…]. (Crespo, 1987:127)
Con relación al carácter pasado en el movimiento de la
temporalidad, Ricoeur (1999) inicia su debate con la pregunta ¿Qué sucede con la
situación irresoluble en la que ha desembocado el intento de dar un sentido al ‘carácter
pasado’ del pasado independientemente de su relación con el presente y con el
futuro? (p.93) y aquí nos quiere demostrar que el efecto retroactivo de la
intencionalidad del futuro sobre el pasado, es la contrapartida de la
influencia inversa de la representación del pasado sobre la del futuro. Y en
esta argumentación involucra la categoría de la deuda relacionada directamente con la reflexión sobre el perdón.
Según este autor, “El deber de la memoria existe gracias a la deuda que, al
conducir la memoria hacia el futuro, la introduce en él.” (p.94). Nos dice que el
pasado ya no es, pero que ha sido y esto requiere el decir del relato en la
medida en que éste se encuentra ausente.
Crespo, J. (1987). Largo ha sido este día. Bogotá: Plaza y Janés.
Ricoeur, P. (1999). La lectura del tiempo pasado: Memoria y Olvido. Madrid: Universidad
Autónoma de Madrid.