La importancia de la sensibilidad en Crespo (1987) reside
en la capacidad de fundir todos los aparentemente desemejantes elementos
temporales en un presente total. El concepto de eterno presente está
íntimamente ligado a la identificación del tiempo con nuestra conciencia,
identificación que se deriva del procedimiento de recreación interior:
Todo
el ayer, toda la sombra, todo el recuerdo se le iba disolviendo en la agonía
del instante y meditando en que lo ideal sería recrear el pasado sin que fuera
necesario imaginarlo y sin tener que devolverse ni un minuto por la línea del
tiempo, terminaba sintiendo por su vana memoria ese aborrecimiento que desde
niño sintiera […]. (p143)
Por esto, también, describe momentos en el
que se encuentran relaciones de su mente con multitud de hechos, pero los
hechos no pertenecen al momento debido al mismo manejo que da al tiempo y al
espacio. Esos momentos descritos en el tiempo, son una combinación de
pensamientos, sensaciones, aprehensiones, voces:
Alguna vez, en
una de esas horas en las que sin quererlo nos vamos sumergiendo en nuestros
propios hondones y en metáfora y enigma quedamos suspendidos de los susurros de
la noche y nuestro ser parece irse esfumando en uno de esos silencios en que
hasta el susurro del tiempo se hace quietud oscura, vi venírseme encima la
eternidad de mis ayeres, sentí en el agua de ceniza en la que se bañaban los
animales enlunados la estampidas de los toros ciegos del tiempo lanzándose
contra ese soplo fugaz que es el presente y recordé lo que me dijo mi padre
cuando de pronto […]. (55)
CRESPO, José Manuel. (1987). Largo ha sido este día. Bogotá: Plaza y Janés.