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Viaje al mundo literario narrativo y poético de este escritor a través de toda su obra.



viernes, 18 de octubre de 2013

EL TIEMPO XV



     La importancia de la sensibilidad en Crespo (1987) reside en la capacidad de fundir todos los aparentemente desemejantes elementos temporales en un presente total. El concepto de eterno presente está íntimamente ligado a la identificación del tiempo con nuestra conciencia, identificación que se deriva del procedimiento de recreación interior:

Todo el ayer, toda la sombra, todo el recuerdo se le iba disolviendo en la agonía del instante y meditando en que lo ideal sería recrear el pasado sin que fuera necesario imaginarlo y sin tener que devolverse ni un minuto por la línea del tiempo, terminaba sintiendo por su vana memoria ese aborrecimiento que desde niño sintiera […]. (p143)

     Por esto, también, describe momentos en el que se encuentran relaciones de su mente con multitud de hechos, pero los hechos no pertenecen al momento debido al mismo manejo que da al tiempo y al espacio. Esos momentos descritos en el tiempo, son una combinación de pensamientos, sensaciones, aprehensiones, voces:

Alguna vez, en una de esas horas en las que sin quererlo nos vamos sumergiendo en nuestros propios hondones y en metáfora y enigma quedamos suspendidos de los susurros de la noche y nuestro ser parece irse esfumando en uno de esos silencios en que hasta el susurro del tiempo se hace quietud oscura, vi venírseme encima la eternidad de mis ayeres, sentí en el agua de ceniza en la que se bañaban los animales enlunados la estampidas de los toros ciegos del tiempo lanzándose contra ese soplo fugaz que es el presente y recordé lo que me dijo mi padre cuando de pronto […]. (55)



CRESPO, José Manuel. (1987). Largo ha sido este día. Bogotá: Plaza y Janés.

domingo, 13 de octubre de 2013

TIEMPO XIV

     Con Crespo (1987) el tiempo es manejado a partir de su memoria y el deseo de expresar su intimidad, las cuales se muestran como dimensiones de una conciencia escindida, entre lo interior y lo exterior, entre lo personal y lo colectivo, que mira hacia las caras distintas de ese tiempo:

Miro esas ramas silenciosas, miro ese verde apasionado que me hace volver a los ayeres y, al revivir aquellas horas en que los crisantemos eran macerados por la brisa del sueño y el mar (¡ese ojo inmenso!) me daba lástima por lo solo, tengo la sensación de trabajar con infinitos y no me queda más alternativa que volver a la realidad, al orden frío […]. (p.67)

     Crespo enfrenta una reconciliación de la sucesión en el tiempo y las secuencias de causa y efecto con la acción instantánea de la lírica. Decir que el tiempo es un constante fluir, quiere decir que es un eterno e inevitable movimiento hacia el pasado.

Regresaríamos por una de esas orillas donde se arruina el oro de los atardeceres a rescatar nuestras visiones. Algo que oscuramente iba fluyendo de mi ayer a mi mañana me hacía verme a mí mismo en el tiempo (¡en ese sol de la muerte que es el tiempo!). (p.64)
 


CRESPO, José Manuel. (1987). Largo ha sido este día. Bogotá: Plaza y Janés.