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Viaje al mundo literario narrativo y poético de este escritor a través de toda su obra.



sábado, 26 de octubre de 2013

EL TIEMPO XVII



     Para terminar, un elemento necesario es el carácter religioso que le da a la misma autobiografía en cuanto a la composición del tiempo. Según Crespo, el mundo del origen en el génesis se da al comienzo del atardecer, va de la tarde a la mañana. Tarde y mañana el primer día, y así sucesivamente los otros seis días, no venimos de la noche porque siendo así vendríamos de las tinieblas, y esto lo podemos corroborar en la Biblia, en el libro de Génesis, capitulo 1, versículos del 1- 31. El atardecer, por tanto, tiene elementos de significado espiritual, hay simbología religiosa: y hubo tarde y mañana, la creación comienza en el atardecer; el hombre empieza en el atardecer y no en tinieblas. Por esta razón, Crespo durante el atardecer y las horas del crepúsculo, consigue la tenuidad deseada y tiene más conciencia de su ser autentico, de ahí, que su autobiografía empiece en un atardecer y termine cuando el día está terminando, porque para él todos los momentos más bellos están con la luz: “Recuerdo que en ese tiempo imaginaba que todas las cosas que importaban ocurrían en los atardeceres” (p.67).


CRESPO, José Manuel. (1987). Largo ha sido este día. Bogotá: Plaza y Janés.
 

miércoles, 23 de octubre de 2013

EL TIEMPO XVI



     La imaginería poética de Crespo (1987), evoca intersecciones significativas de la mente, objetos y asociaciones para retratar los diferentes estados de conocimiento a través de los cuales son creados momentos en el tiempo: 

El tiempo se hacía lento. Cada minuto se iba madurando en la humedad de los helechos y entre la carne oscura de las uvas. Un tiempo extraño (un tiempo que casi podía verse lo mismo que los anillos, vetas y colores del tronco de un roble talado) venía como un pájaro de humo penetrando en las redes del tiempo habitual de cada día, pasaba, se hacía presente en el silencio de la temperatura recordando ese aullido sofocado que se sentía latir en lo profundo de los sones de santería de los negros. Quién lo hubiera creído: había otro tiempo gimiendo por debajo de la monótona música de las horas con un ansia de bestias apareándose que le ponía la carne de gallo a las violetas. Mi sombra lo sabía. Lo había visto en los crímenes, las fugas y las persecuciones por los pasillos y escaleras de las mansiones podridas de los sueños. El tiempo se hacía rumor, un aire denso. (p.197)

     Se abandona tan completamente a su tema y a su papel de poeta abierto a todas las sensaciones, que corre el riesgo de la desintegración del yo y vive en un mundo atemporal, saltando constantemente de un tiempo o lugar a otro. Los espacios, ambientes y objetos con los que se encuentra y llaman su atención, son conocidos por el lector a través de descripciones y comparaciones en las que el pasado vivido y recordado es visto como el tiempo ideal. “Tal vez se preguntaría por qué sería que nada en este mundo duraba ni permanecía y qué sería lo que tendría que hacer un hombre para fijar en lo inmóvil todo lo que ese viento que cruza las extensiones del tiempo le arrebata […]” (p.49).


CRESPO, José Manuel. (1987). Largo ha sido este día. Bogotá: Plaza y Janés.