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Viaje al mundo literario narrativo y poético de este escritor a través de toda su obra.



martes, 8 de octubre de 2013

TIEMPO XIII



     Ricoeur (1999:79) afirma que “Hay que poseer un saber teórico previo sobre las costumbres de quien ha dejado una huella y un saber práctico sobre el arte de descifrarla”. En este sentido Crespo demuestra tener tanto ese saber teórico como el práctico de las huellas dejadas y aprehendidas por todo lo que le ha rodeado. El tiempo en su obra se desplaza a asociaciones y memorias en donde su yo consciente permanece al tanto de los objetos que alimentan sus cogniciones (la gota que cae, la declinación del sol, el color de los atardeceres). Los objetos, las palabras permanecen potencialmente distintos pero entonces su acto mental estalla en relaciones de huellas y las palabras se convierten en objetos y viceversa. Los momentos consiguen una existencia propia combinando tanto los mundos físico y mental y sumiendo al yo en reconocimientos breves, largos, dinámicos y estáticos. Sus momentos perduran en el tiempo. El tiempo va y viene a su antojo:

En ese mundo sin tiempo era el reflejo de las auroras y los atardeceres lo que nos iba envejeciendo y matando […]. Ciertas noches las brisas nos traían una tibieza extraña. Era como si el tiempo y sus minutos vinieran desde unas islas tan luminosas que los tesoros no tenían donde esconderse. Tibia, la luna del verano resplandecía en el sauce blanco. La vida (eso es lo que me gustaría creer y eso fue lo que creí en un tiempo) era una realidad que podía llegar a ser un sueño. (136)



Ricoeur, P. (1999). La lectura del tiempo pasado: Memoria y Olvido. Madrid: Universidad Autónoma de Madrid.

Crespo, J. (1987). Largo ha sido este día. Bogotá: Plaza y Janés.