"(…) y me parece ver a
Ricardo comparando entre risas la manzana podrida que Friedrich Sciller tenía
que oler para inspirarse con la que el hosco padre del artista del hambre le
arrojara con ojos amarillos a su niño para convertirlo en insecto". (pag. 14)
"Ese mundo sin clímax,
esa monotonía malva y ceniza, ese encadenamiento de horas muertas, nos había
obligado a convencernos de que uno debe al menos fingir cansancio cuando duerme
y sed si se decide a desgajar unas uvas, porque parece ser que aquí en la
tierra se hace un imperativo para el hombre tomar como verdades las mentiras
que a diario necesita para seguir viviendo". (pag. 14)
"¿A qué (¿quién me lo
dice?) se debe que haya seres condenados a consumirse en las filas de las
causas perdidas, a sufrir percibiendo esa sustancia de sombra y de neblina que
impregna todas las cosas, a no sentir sus almas como suyas? Había momentos en
que uno veía fluir su propia vida como si fuera un sueño que un espectro le
estuviera contando". (pag. 15)
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