Lo que se viene planteando no nos remite sólo a la relación entre la
memoria y el olvido, sino también a la del recuerdo y las formas de la amnesia
social, ya que como en la Biblia Hebrea, el olvido, reverso de la memoria, es
siempre negativo; es el pecado cardinal del que se derivaran todos los demás.
El olvido en el sentido colectivo aparece cuando ciertos grupos humanos no
logran –voluntaria o pasivamente, por rechazo, indiferencia o indolencia – transmitir
a la posteridad lo que estos constituyen ejes fundamentales de la construcción
de identidades, tanto en lo individual como en lo colectivo. La producción y
reproducción de la memoria supone pensar en un cuerpo colectivo,
intersubjetivo, producto de un complejo entramado social que se desenvuelve en
el tiempo y que se torna como posible en la medida que exista un proceso
dialógico, que permita la constitución de un conocimiento compartido, entre
generaciones, de los sucesos pasados. Si partimos de la noción de memoria
colectiva como una construcción social resultante de determinadas relaciones
sociales entre grupos, debemos contemplar el carácter transitorio y modificable
de la misma. La memoria social en Crespo, respecto del pasado analizado, toca
varios puntos centrales, a saber, por un lado el deber de la memoria frente al
olvido, al silencio y a la construcción de su vida a partir de aspectos
externos como lo es Ciénaga y su cultura. Si bien no podemos dejar de destacar el carácter plural que tiene el
recuerdo, sin embargo, cabe advertir que la memoria social-colectiva, en tanto
objeto del mundo social, se encuentra atravesada por diferentes
interpretaciones subjetivas de Crespo que buscan resignificar lo social.
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