Retomando a M. Halbwachs[1]
en su artículo La memoria colectiva y el
tiempo, si las condiciones sociales rigen el funcionamiento de la memoria
individual y grupal estableciendo el carácter social de cualquier recuerdo, no
dejaremos pasar por alto la particular relación entre el recuerdo y el olvido
que tiene lugar en la autobiografía de Crespo. M. Halbwachs
en 1925 realizó el primer estudio sociológico que trata la cuestión de la construcción
social de la memoria colectiva. Allí rompe con la perspectiva filosófica de Platón
y Bergson con relación a la memoria, en la cual para Platón el pasado es estable
y el presente cambiante y, para Bergson el pasado y el presente se yuxtaponen
en un conjunto de presentes–pasados; para M. Halbwachs, el pasado debe ser
considerado como reconstrucción colectiva en el presente, donde la memoria es
entendida como el pasado vivido y revivido, plural y múltiple en la historia.
Con relación a esto, Crespo se muestra lleno de reflexiones sobre Ciénaga, de
silencios reactualizados de su pasado inmediato en su presente que nos develan
una cuestión fundamental, se trata de nuestra propia actualidad cultural y
política, la actualidad y posibilidad del pensamiento crítico. Las ruinas de
ese pasado, en ese lugar de Colombia, donde se mitifican las imágenes de la
humanización, deberían ser partes, pedazos de historia, que mejorasen la
memoria nacional en el presente. El tiempo y el espacio permiten la
reconstrucción del pasado a partir de la significación del pasado reconstruido
por el presente; ese pasado actualmente consumido, necesita ser desentrañado
para que su horizonte íntimo desvele el propio presente. Pero inmediatamente
esa reflexión, ese ejercicio de la memoria nos sitúa en nuestra propia
subjetividad reflexiva. Se trata de la falta de palabras en la memoria,
palabras de la “no memoria”, que no nombran porque la memoria ya no está más en
las palabras, palabras que han sido desmembradas por la violencia del pasado.
La no memoria de una narración de palabras que no puede y no quiere ser retenida.
M. Halbwachs nos advierte en este sentido, acerca de la importancia de los
valores e intereses que influyen sobre el recuerdo. Lo que nos interesa
remarcar en este sentido es que lo que está puesto en cuestión es la propia
identidad de la sociedad ya que cuando el grupo no se interesa más por la
memoria pierde su propia identidad. De esta manera, la memoria requiere ser
transformada a la par que el grupo que la forma. Este planteamiento sitúa la
problemática desarrollada con relación al vínculo entre la identificación de
la memoria colectiva y la identidad colectiva del grupo. Si como plantea M. Halbwachs,
la memoria es una reconstitución parcial y selectiva del pasado, cuyos puntos
de referencia están dados por la sociedad actual, podemos preguntarnos acerca
de los mecanismos que ayudan a dar importancia a ese proceso de selectividad de
recuerdos que nos trae Crespo.
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