En
palabras de M. Augé:
En
cada nivel del relato, el autor-personaje está implicado de modo individual y a
la vez colectivo: está implicado de modo individual pues la pluralidad de
relatos en los que interviene afecta a cada uno de ellos (no vemos un partido
de fútbol con el mismo placer si nos acaban de informar de la amenaza de un
despido laboral), y el relato de una vida, además, no es el resultado de una
superposición de relatos sino algo que impregna a todos ellos con un rasgo
original, idiosincrásico; y está implicado colectivamente, pues, por muy
solitario que pueda ser el recorrido, estará por lo menos perseguido por la
presencia de otro, bajo la forma de lamento o de nostalgia; de tal modo que, de
manera diferente pero siempre marcada, la presencia de otro o de otros es tan
evidente a nivel del relato más intimo como lo es la del individuo singular al
nivel más global del relato plural y colectivo. (1998:51)
La individualidad crespiana se sume en lo
colectivo, sus amigos, familia, clase o gente allegada, por ello no hay
recuerdo estrictamente individual, todo está conectado. Puede, asimismo,
observarse que el cómo recuerda es
social: cómo se fija su experiencia y cómo es reconstruida en forma de
recuerdo. Por lo demás, la vivencia de la gente no se presenta de forma aislada
práctica y comunicativamente, sino que se comparte el mundo con otros, hay
participación: de esta forma, para esta visión, Crespo va generando, a lo largo
del tiempo, un pasado significativo, siempre abierto a reelaboraciones atentas
a las solicitudes del presente. Las memorias individuales son parte de las
colectivas, son memorias de memorias relacionadas comunicativamente.
AUGÉ,
Marc. (1998). Las formas del olvido.
Barcelona: Geodisa.
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